Imaginemos que tenemos un pequeño negocio, una tienda de productos orgánicos. Cada mes realizamos compras de mercancía para reponer nuestro inventario y luego vendemos esos productos a nuestros clientes.

Para mantener un control ordenado de nuestras finanzas, llevamos registros de todos los ingresos y egresos mensuales. Esto incluye los recibos por las ventas que realizamos, las facturas de nuestros proveedores por las compras que hacemos de su mercancía y los estados bancarios que recibimos de nuestra cuenta corriente.

Al registrar de forma detallada cada movimiento de dinero, podemos calcular con precisión cuánto dinero entra y sale de nuestra tienda en un periodo determinado. Esto nos permite tener una visión clara del estado financiero de nuestro negocio en cualquier momento.

Además, de esta manera podemos prepararnos anticipadamente para la declaración de impuestos anuales al IRS (Internal Revenue Service), la agencia federal responsable de la recaudación de impuestos en Estados Unidos. Al tener todos nuestros registros contables ordenados y actualizados, podemos presentar de manera clara y precisa la información necesaria para cumplir con nuestras obligaciones fiscales.